Maestros de la sospecha.


"El secreto del éxito se encuentra en la sinceridad y la honestidad. Si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho."  Groucho Marx.

Es curioso, pero a algunas personas solo les preocupa cómo matar el tiempo. Intentan mantenerse ocupadas continuamente, siempre parece que van de camino a algún sitio. Viven al final de la gran escapada, en una fuga perpetua hacia adelante para retrasar el momento en el que la soledad les atrape y les muestre una imagen fiel de sí mismos. Disparate insólito, si tenemos en cuenta que, después de todo, es el tiempo el que nos está matando a nosotros, el que nos arrancará en definitiva, del placer diario de conocernos.
Cualquiera dice, cualquiera piensa que sabe lo que dice y en ese personalismo andamos todos. Escuchadme, la mayoría de las personas que acuden a mí en busca de consejo no ha leído nunca a Hegel, ni a Oscar Wilde, ni a Cervantes, ni las trescientas cincuenta y nueve fábulas de Esopo, ni falta que les hace. Pero una cosa es bromear con los amigos sobre pernos gravitacionales, Maoísmo y fiscalidad regresiva, y otra bien distinta dejar que te opere la cabeza el licenciado Cantinflas.
Efectivamente, la responsabilidad del intelectual está en denunciar la sobre simplificación y el reduccionismo de ciertos argumentos. Alguno de mis contemporáneos piensa que la poesía sirve para más bien poco. La misma clase de hartazgo que me ha llevado a mí a abandonar los foros, las tertulias de radio, a desistir de publicar artículos en prensa, artículos a los que por cierto adornaba de una coquetería impecable. Decía Christopher Hitchens, que a él le encantaba enfrentarse a un público cautivo. Pero el verdadero placer sibarítico, la verdadera satisfacción para el intelectual, es haberse procurado una atalaya, una habitación con vistas, un promontorio desde el que poder contemplar el jocoso espectáculo que nos ofrece el universo. Todo el mundo puede procurarse una atalaya, una habitación con vistas y un promontorio, por el módico coste de unas diez mil horas de estudio. Recomendable es en realidad el paseo que va desde la ignorancia supina hasta las puertas de la sabiduría. Unas mañanitas de análisis concienzudo y unos bellos atardeceres de reflexión profunda pueden contribuir al prodigio. Para todo lo demás, MasterCard.
Vamos, que no paro de reírme. Y no es, como se nos dice, una mueca cínica que se fragüe en la cálida distancia que proporciona al erudito su apreciable provisión de conocimientos. Es una carcajada abierta y sonora, una convulsión infantil que está llena de amor por la vida, llena de amor incluso hacia a aquellos mismos instintos que abominan de todo lo que de poético y grave conserva el corazón humano.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          Heber Martín Fernández. 

Comentarios

  1. Que grande cousino! es una soberbia bastante discreta, aunque estoy decuerdo contigo viejo amigo, que en estos tiempos la elocuencia y la ganas de sabiduría y de poesía de los hoy llamados personas son más bien escasas, por no derivarlas a nulas.Puede que esa sea una de las penas que sufrimos por querer escapar al abismo y regocijarnos en nuestro propio yo inalterable.La vida se mueve a velocidad de cohete y son pocos los que se paran 2 minutos a disfrutar de cosas tan sencillas como el deslizar de las gotas de lluvia en la ventana.
    No desistas de escribir públicamente, ya se sabe que a los filosofos y sabios se les denominó primeramente locos hasta que se demostró que los locos son los que ni leen ni escuchan.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Querido hermano en Groucho Marx: tu carcajada de niño maravillado ante las paradojas de la condición humana demuestra que, como diría Terry Pratchett, has meditado mucho sobre el sentido de la vida y al final has comprendido el chiste. Demuestra también tu amor por ella, de manera que no nos prives de tus reflexiones. Si además de un promontorio tienes un megáfono, utilízalo! La inteligencia desprovista de amor y compasión no lleva a ninguna parte salvo a las tinieblas y a la locura, necesitamos el otro tipo de intelectuales más que nunca, así que ponte las pilas y no dejes títere con cabeza. Por favor.

    ResponderEliminar
  3. Gracias hermana Marxista. No sé si es ahí donde apuntabas, pero tus palabras me han llegado directo al corazón.

    Mi admiración por ti no cabe en cuatro líneas por mucho que yo me empeñe en ese esfuerzo. No me llega ni escribiendo la mitad en inglés... and yet you are so wonderful and inspirational, you leave no stone unturned.

    Te echo muchísimo de menos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares