Garabatos

Tríptico de Primavera

Es humano equivocarse. Yo lo hago a diario. Cuarenta y una vueltas al sol dan para mucho errar. La vida me enseñó que de cada situación se puede aprender algo. Esto es lo excitante, el desafío, el miedo que nos induce la incertidumbre, y el único alivio antes de la derrota final. El resto del tiempo lo dedicas a comprobar que esto y aquello es lo de siempre y que ya lo habías vivido.

La sociedad

Cuando salgo a cantar no desafino, marco los pasos, te mido, soy de manos finas y pies ágiles, romántico, me imagino apuesto y enigmático. A veces me dejo llevar por una mirada, estrecho la mano y abrazo a todo el mundo con el debido respeto. Me adapto a los escenarios y juego limpio, con las reglas que nos hemos dado entre nosotros. Nunca me escondo. Doy las gracias y te deseo buenas noches. Me doy cuenta de que nada nos separa, de que soy humano y me mezclo entre la gente. Es un espectáculo reconfortante la sociedad, pienso. Me doy la vuelta y me marcho a casa insatisfecho.

Seres queridos:


Volveremos a pasear bajo la luz de la luna llena,
Mediremos la playa con nuestros pies descalzos,
Ese cielo azul interminable volverá a desplegarse para vernos cogidos de la mano,
Tu sonrisa dibujada en un destello de la eternidad,
La aurora es un guiño sobre la luz no mitigada del tiempo.

Sueño que una voz se acerca y me susurra al oído: Soy el mar, el mar rizado sobre la superficie, mecido por la suave brisa. Guardo tus secretos en la claridad más profunda. Eres parte de mí y volverás a serlo. Te esperaré como el horizonte espera al sol, paciente. Y mientras el viento acaricia mis cabellos y la sal corta mis labios, un rompimiento de gloria, me anuncia; Serás padre y amarás a tu hija por encima de todas las cosas.

Esa voz interior me dulcifica; Sabes, Heber, somos el aire que modela la historia. Y yo le respondo: A veces, todo lo que un hombre necesita es una mujer como tú.
Entonces, ese hombre puede ser y hacer lo que sea. Es un poeta, un guerrero, un amante, una flecha, un inventor. Nada le aflige. Él es la vida, y él es el ángel de la muerte.


Caballito

Soy ese chico cargado de inocencia que transporta los sueños de una joven mujer. En la carretera encontré una antigua promesa escrita por un hombre sabio: Estudia. Por una ventana se puede contemplar el mundo. Niña que abre mis alas a la sensibilidad, que ama para mantener viva la llama, y es el amor de toda una generación. ¿Tú me quieres? Me pregunta. -. Gira la cara -. He comprado un libro, y la tetera hace un silbido. Yo también tarareo algunas palabras de afecto cuando veo pasar a mi hija. Tu amor es poesía que como un rumor se esconde tras la música que suena de fondo. En el hogar estoy seguro. La luz que tintinea, el olor a magdalenas, el fuego crepitante en la chimenea. Otro invierno frío, pero estamos juntos para celebrar la Navidad.

Dánae

Si supieras que en estos pensamientos estás siempre flotando como una luz tenue, un aire que viste la noche de quietísima oscuridad, elegante, con un toque de lo antiguo y de lo eterno, sin perder tu vigencia y tu actualidad.

Si supieses cuántas tardes me acompañas al saltar a la plaza a torear con las palabras apropiadas, estéril y yermo el verbo, hueca y crujiente la ocurrencia, pálido el cuerpo sobre este viejo escenario, teatro cansado de vanidad. Y tú, musa celeste, canon de Policleto, faro de Occidente, antídoto de toda mediocridad. Virtud, belleza, estatua de sal, soplo de Síbaris, viraje de toda necesidad. 

Tú, sabes que, si en estos pensamientos mi deshonra me espanta,
pienso en ti felizmente, y entonces mi consuelo
como una alondra a orillas del día se levanta

huye del mundo oscuro, y canta a las puertas del cielo.
Tal riqueza me ofreces, dulce amor recordado,
que desdeño cambiar con los reyes mi estado.

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