Divina Comedia


Si el Real Madrid no existiera habría que inventarlo. Esta es una frase que sintetiza muy bien la naturaleza de la épica madridista. Nunca desfallecer o morir. El conjunto blanco es capaz de escribir un poema al fútbol con tres pinceladas renacentistas en una noche gélida en medio de una isla en el norte de Europa. 

 

El Madrid es un clásico instantáneo con connotaciones de obra maestra. Un escorzo, una parada, un toque de espaldas, otro sutil de tacón. Una leve finta para dejar a un defensa en estatua, un penalti que entra suavemente por el centro en media vaselina. El de Benzema no fue un estilo Panenka, como se dice, fue el primer lanzamiento de un estilo con recorrido propio, el suaviter. Un estilo único de contacto con el balón, amable, suavizante, delicado. Además, se ejecuta mirando a la grada con una sonrisa, mirando al destino y apuntando con el dedo después hacia el infinito. 

 

No sé si la frase de marras es de Voltaire y tampoco me apetece buscarlo. Creo que sí, que fue él quien la escribió hace unos siglos cuando Federico de Prusia le preguntó en su misiva si creía en un Dios canónico. Yo soy ateo, pero respondo lo mismo. Si el Real Madrid no existiera habría que inventarlo. El equipo merengue me hace abandonar mi ser racional, mi escepticismo, me hace creer y yo le tengo fe. 

 

Tengo los cajones de mi casa llenos de sueños, llenos de sueños por realizar. Después de todo este tiempo me di cuenta de que ahí es donde se deben quedar. No existe ninguna posibilidad de hacerlos realidad. No existe frustración porque no me quedan intentos. Desdeño casi todo lo que hice y casi todo lo que hicieron los demás. Esto de cumplir los sueños en la mayoría de los casos solo contribuye al saldo universal de la mediocridad. Ojalá muchos de los que soñaron despiertos no hubiesen culminado sus esfuerzos en pequeñas cosas sin lustre, en obras menores sin apenas valor. El mundo estaría menos lleno de ruido y de interferencias, sería más claro y habría menos cosas que aprender, pero más importantes.

 

Mientras viva me queda el Real Madrid CF. Ese sueño me supera a mí y a sus millones de aficionados. Nos engrandece juntos. Nos eleva como seres humanos que creen. Es una red de seguridad en el vacío, una red de confianza ciega que nos une en una sociedad de valores ancestrales de lucha, de belleza, de justicia, de altruismo. Si eso no es la verdad de la vida yo ya no sé. Si no eres del Madrid no te enfades. Aún tienes tiempo de cambiar. Si vives, si respiras, si sientes, si crees hasta el minuto noventa y tres te queda tiempo para enamorarte. El próximo miércoles tienes otra oportunidad. El Real me dará otra vez la razón y hará la magia de ganar e irá vestido todo de blanco. Sabrás que es el mejor equipo del mundo en cuanto los veas saltar al campo. Qué digo, ya antes, en los aledaños del Bernabéu sentirás la leyenda de su historia, te encontrarás entre tanta gente perdida y los reconocerás con un cántico, abandonarás tu cuerpo, y recordarás aquellos versos; La justicia te movió a lo más alto; hazme el poder divino, a ti te hicieron la más alta sabiduría y el primer amor. Antes de mí las cosas creadas no son eternas, y yo soy eternidad. Deja toda esperanza, tú que entras a contemplar mi templo. 

 



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