Madrid, España.
Madrid sigue siendo una potencia del nuevo mundo aunque ande algo desvencijada. Paseo entre historias de la gran vida social e imágenes de dominio, memoria oscura reflejada en los charcos por la impaciencia de su arquitectura. Entre los inmigrantes negros que arrastran aparatosos sacos, los sin techo que rebuscan en la basura o apilan cartones para pasar la noche a la intemperie, las putas de montera, y la acera sucia de las grandes avenidas, se anuncia en luminosos el espectáculo vibrante de la incultura, porque esta es la ciudad más democrática del mundo. Y la gente sigue escuchando, gracias, buen provecho, y buenos días...
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